Acompañamiento Espiritual

 

Cuando Ignacio de Loyola fundo el primer colegio no pensó que después de 10 años tal empresa se desarrollara a tan gran escala, sin embargo siempre mantuvo el mismo horizonte, ver los colegios como obras apostólicas para el mejor provecho de las animas, es decir, una obra evangelizadora que pretende acercar a las personas a la experiencia de Jesús de Nazaret narrado en los evangelios.  De allí que el acompañamiento o “cura personalis” será pilar fundamental de la educación jesuita, esto porque el individuo está llamado a escuchar la voz de Dios y responder de la mejor manera.  (Ver características de la educación de la Compañía de Jesús,  P. Arrupe, SJ. NC, n.4 y  P. Kolvenbach, SJ  en “la universidad jesuítica hoy feb 86, p 13.”)

 

Ejercicios Espirituales

 

“Los Ejercicios son todo lo mejor que yo en esta vida puedo pensar, sentir y entender, así para el hombre poderse aprovechar a sí mismo, como para poder fructificar, ayudar y aprovechar a otros muchos” (San Ignacio, Monumenta Ignatiana, v.1, p.113).

 

Los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola son una secuencia ordenada de meditaciones y contemplaciones -ejercicios- que surgen de la profunda experiencia espiritual que el santo vive a partir de su conversión; su objetivo es ayudar al que se ejercita en ellos a descubrir cuál es la voluntad de Dios para su vida.

 

Los Ejercicios se remontan al Cuaderno de notas en el que Ignacio describe sus experiencias espirituales durante su visita a la cuidad de Manresa, donde -como lo escribe en su Autobiografía- “le trataba Dios de la misma manera que trata un maestro de escuela a un niño, enseñándole” (Autobiografía 27).

 

Además, no es el libro de los Ejercicios -aunque suene extraño a primera vista- “un libro para leer“, sino un libro “para hacer los Ejercicios”, y muy difícilmente se le pueda entender y aprovechar si no se cuenta con la guía de alguien que los conozca y los haya experimentado.